Editorial (pag. 2 cont.)

El Convenio de Aarhus se firmó en 2004 para darle fuerza al Principio 10 de la Declaración de Río de Janeiro sobre desarrollo sustentable, que data de 1992. Este principio de la ONU, aprobado por México dice:

“El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes”.

Así que el Convenio de Aarhus previene acciones para cuando los gobiernos no cumplen. El Artículo 3 del convenio indica un tema de gran importancia para los pueblos y gobiernos del planeta, que si se cumpliera con cabalidad, evitaría muchas de las calamidades que sufre la Tierra y sus habitantes: “A fin de contribuir a proteger el derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente que permita garantizar su salud y su bienestar, cada Parte garantizará los derechos de acceso a la información sobre el medio ambiente, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en materia medioambiental de conformidad con las disposiciones del presente Convenio”.

Como este convenio fue pensado originalmente para los países europeos, PECE y las demás organizaciones no gubernamentales nos esforzamos en Chisinau para facilitar al máximo su aplicación en los demás países. Finalmente los gobiernos de la Unión Europea no nos cedieron la facilidad de entrada sin cumplimiento previo a nivel nacional de las reglas que ya se cumplen en Europa. Pero tarde o temprano todo el mundo tendrá que llegar a la paridad en el respaldo a la justicia ambiental.

Es por eso, entre otras razones, que todos y cada uno de los esfuerzos de los y las habitantes de la región del Golfo de California para un desarrollo sustentable cuentan en el gran escenario global.

Ustedes, las y los lectores, a sabiendas de la agenda internacional aquí plasmada, verán la valentía de los protagonistas de la historia en las notas de estas páginas de Meloncoyote sobre los talleres, ejercicios de monitoreo de aves, visitas al campo, pesca sustentable, educación ambiental y resistencia a los atropellos de grandes inversionistas mexicanos y extranjeros .

Damos las gracias al Fondo de Acción Solidaria (Fasol) por permitirnos publicar un número más de este boletín, a todas las organizaciones del Noroeste mexicano que promueven la defensas del entorno, y a nuestros similares en el resto del planeta que velan por el acceso a la información, participación y justicia ambiental en nuestra región. Esperamos que todos y todas gocen de compartir las experiencias presentadas por los voluntarios que elaboramos esta publicación.

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