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OPINIÓN
¿Somos sonorenses o sonsorenses?

Por Rosa María O’Leary Franco*

Letrero al lado de la carretera que dice  Bienvenidos a La Chingada, poblacion 60 billones.

Foto: Archivo.

HERMOSILLO

Pareciera que el objetivo de las “autoridades” es crear una desmoralización profunda en todos los mexicanos.

Vemos cómo suben los precios de todo, desde lo más elemental, cómo entregan nuestros recursos naturales, cómo no hay seguridad pública, seguridad social, seguridad laboral.

Y ellos, los ladrones con fuero, siguen mintiendo o viendo el magnífico México progresista desde su burbuja color de rosa.

Escuchamos a nuestros “brillantes” diputados en sus “debates” cínicos y ridículos sacarse los trapos al sol, todas sus porquerías y raterías y no pasa nada, absolutamente nada, la ciudad tapizada de propaganda de esos personajes de mierda, ocasionando no sólo contaminación visual, sino además  una rabia infinita ante tanta desvergüenza. Ya todos buscando el hueso y mucha ciudadanía lista para ir a votar por quien le eche más mentiras.

Y siempre surge uno, el “rebelde”, el que está con el pueblo, el que denuncia todas las porquerías pero de ahí no pasa nada, el que conoce el fondo de la cloaca porque ha vivido todo el tiempo dentro de ella, ¡oh! y piensan ese es el bueno, él si dice la verdad y los hay a nivel local y nacional, parte del mismo sistema, solo contenedores, canalizadores, atemperadores de la rabia del pueblo.

Ese es nuestro país, donde el robo está permitido para los que tienen fuero, tapan un hoyo despojando al pueblo de espacios que le pertenecen, se los venden entre ellos, hacen negocio redondo cobijados por la terrible impunidad.

Ese es nuestro estado donde hemos permitido el saqueo continuo, salarios miserables, la desaparición de seguridad laboral, trabajos donde el obrero es visto como cosa desechable, Cananea, Nacozari, Esqueda… Los despojaron de su sustento  y contratan a los nuevos trabajadores al igual que todas las maquiladoras, con salarios de miseria, con la pretensión de exterminio de nuestros pueblos originarios, para entregar todo a las mineras de las que son minisocios los políticos.

La simulación, la contaminación, la mentira instituida, sería interminable la lista, y lo peor de todo, el crimen de 49 niños y los daños irreversibles  a  más de 70 niños junto con sus familias y aquí no pasó nada.

¿Ya no reaccionaremos ante nada? ¿Ya estamos muertos en vida?

Desde algún lugar de pendejolandia, que deseo retome el nombre de México.

*Activista sonorense premio nacional “Benito Juárez García” 2011 por el partido Convergencia