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Jornaleros enfrentan agroquímicos nocivos en las cosechas de exportación

Por Talli Nauman*

jornaleros de San Quintin

La jornalera Antonia Cruz (centro derecha) dice que los agroquímicos constituyen una amenaza para la salud. (Foto: Dahl McLean).

SAN QUINTÍN

El sol arde en la tarde anterior al Día de los Niños. Las mujeres, sentadas alrededor de una olla de esmalte, hacen un montón con la cascara de los granos de maíz que servirá para el pozole, pieza clave del festejo anticipado.

“Una señora que vive cerca nos dio el maíz. Nos va a dar un pollo en solidaridad”, dice Gerardo Sánchez López, quien les acompaña bajo la sombra de una lona.

La solidaridad será para los jornaleros en plantón. Están aquí, en el polvo al lado de la principal vía de la ciudad, para exigir mejor pago y condiciones de trabajo en el Valle de San Quintín, centro de una cada vez mayor industria de exportación de fresa, jitomate y otras frutas y legumbres.

A estas fechas del 29 de abril, la gente bajo la lona y miles más en los campos de cultivo a las orillas de la Carretera Transpeninsular ya tiene seis semanas en huelga, efectuando bloqueos del tráfico y marchando, así como boicoteando a las empresas estadounidenses y sus subsidiarias que son sus patrones.

El movimiento, de los integrantes y simpatizantes de la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social en el Valle de San Quintín, ha logrado una porción de sus demandas.

Valle de San Quintin

El Valle de San Quintín es el centro de una cada vez mayor industria de exportación de fresa, jitomate y otras frutas y legumbres. (Foto: Talli Nauman).

Por ejemplo, los patrones acordaron en parar el hostigamiento sexual, y ahora también averiguan la edad de cada solicitante de chamba para evitar el trabajo de niños menores de 14 años, según la jornalera Antonia Cruz.

Sin embargo, lamenta: Los disidentes solo han conseguido una alza salarial de 15 por ciento y protecciones laborales insuficientes durante el mes de lucha anterior al colapso de las negociaciones con las empresas y autoridades.

Ella y sus colegas en los campos de fresa dicen ganar el equivalente de seis dólares con 61 centavos al día. Literalmente trabajan de sol a sol. Tienen que presentarse los domingos y días festivos o pagar una multa equivalente a 18 dólares. No reciben compensación mayor para laborar horas extras, contrario a las reglas federales. Exigen ganar el equivalente de 13 dólares diarios y el derecho a días libres, tal y como cualquier otro trabajador tiene por ley.

“Estamos esperando las respuestas, del gobierno y las empresas, favorables para los jornaleros”, Cruz explica a Melòncoyote. “Atendieron lo más fácil, pero no han querido aumentar el salario como lo hemos estado pidiendo”.

Mejoras en salud e higiene son de las garantías que no han sido tan fácil de conseguir, asevera. Mientras unos patrones ofrecen médicos, clínicas y esparcimiento, otros ni siquiera contribuyen al régimen de seguridad social.

“Si tienes gripa y tos, aun tienes que trabajar”, se queja. “No te pagan la incapacidad”.

Empresa Driscoll

Mientras unos patrones ofrecen médicos, clínicas y esparcimiento, otros ni siquiera contribuyen al régimen de seguridad social. (Foto: Talli Nauman).

Los agroquímicos constituyen una amenaza para los jornaleros. “Te fumigan con tractor”. Después de tocar a las moras y las fresas, “te salen ronchas asquerosas”, atestigua.

Sánchez adiciona, “Los químicos que le echan a las plantas son muy dañinos a las mujeres cuando están embarazadas”.

“Lo malo es que no sabemos cuáles son esos químicos ni los nombres”, admite Cruz. “Yo nomás escucho Tamaron”.

Tamaron es el nombre de la marca Bayer para el methamidophos, organofosfato perteneciente a la misma familia química que el gas nervino, originalmente desarrollado como arma de la guerra biológica.

Porque este insecticida puede causar daño a los sistemas nerviosos y respiratorios está sujeto al proceder de la Convención de Rotterdam en el cual los países firmantes tienen que aprobar o prohibir su importación explícitamente.

Clasificada como “sustancia venenosa altamente peligrosa” por la Organización Mundial de Salud (OMS), el insecticida está prohibido en Gran Bretaña y China; en tanto que su uso es restringido en los Estados Unidos y la India, entre otros países.

Debido a su alta toxicidad, puede ser fatal al inhalarlo o absorberlo por la piel, en los casos de los jornaleros, así como en los animales domésticos y silvestres.

La OMS recomienda, por la salud y bienestar de los trabajadores y la población en general, el manejo y la aplicación de methamidophos sea únicamente por parte de expertos supervisados y adiestrados, tomando precauciones adecuadas.

Letreros de protesta

Los jornaleros en huelga solo conseguiron una alza salarial de 15 por ciento y protecciones laborales insuficientes durante el mes de lucha anterior al colapso de las negociaciones con las empresas y autoridades. (Foto: Dahl McLean).

Según los lineamentos de la OMS, la ropa protectora es un requerimiento; debe lavarse aparte de la ropa de la familia del trabajador.

Trabajadores sin protección deben mantenerse fuera de zonas tratadas un mínimo de 48 horas. Trabajadores expuestos seguidos deben recibir monitoreo apropiado y evaluaciones de salud, según la OMS, perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas.

Sin embargo, Cruz dice, no se proporciona capacitación, equipo de protección, periodos de espera fuera de los campos, ni observación a los jornaleros del Valle de San Quintín. “La gente que no aguante, se pone un paliacate en la cara”, remarca.

La madre de Cruz, originaria del sureño estado mexicano de Oaxaca, como tantos otros jornaleros en el Valle de San Quintín, murió por exposición a los agroquímicos en los campos aquí, según los médicos.

“A mi mamá, le detectaron leucemia”, dice Cruz. “Trabajó mucho tiempo en el campo, y le dijeron que tenía mucho que ver con el cáncer.”

De niña, Cruz recuerda, su madre siempre “no tenía tiempo para bañarse” y quitar los químicos de la piel. El patrón de Cruz no proporciona cuarto de ducha, así que ella lo hace en casa, dice.

jornalero rocia el campo

Un trabajador en el campo del Valle de San Quintin aplica agroquímicos sin portar la ropa protectiva recommendada por la Organizacion Mundial de la Salud. (Foto: Talli Nauman).

“Tristemente, ni Seguro Social ni el Instituto de Salud tiene médicos capacitados para atender a las personas expuestas”, agrega.

La representación de sindicato, mismo que se requiere por ley federal, ha fallado a los jornaleros, en cuanto a protegerlos. “Si tenemos un sindicato, nunca nos han dicho que tenemos un sindicato” explica. “Es charro. El patrón lo pagó”.

Aun así, Cruz sigue trabajando en el campo, según ella, porque no tiene estudios para conseguir una mejor chamba.

Su marido trabaja en los campos, también, así que, entre los dos, hacen posible que sus hijos, de 15, 11 y cuatro años, acuden a la escuela y guardería.

Muchas madres solteras en los campos no pueden enviar sus hijos a la escuela porque los necesitan para el trabajo en casa o en el cultivo, anota Cruz.

“Como quiera que sea, mis hijos pueden estudiar.”

*Codirector, Periodismo para Elevar la Conciencia Ecológica