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Población y ambiente del Valle de Culiacán, en coctel mortífero de plaguicidas

Por Miguel Ángel Torres*

Portada del libro

CULIACAN

A medida que aumentan las exigencias fitosanitarias a la agricultura comercial en gran escala, se incrementa el uso de plaguicidas, insecticidas, fungicidas y otras sustancias químicas que evitan la presencia de plagas, mejoran la apariencia de las mercancías y elevan su precio.

En el Valle de Culiacán, de los 118 plaguicidas agrícolas que se utilizaron en el período 2011-2012, más de la mitad, 63, correspondieron a los clasificados como Plaguicidas Altamente Peligrosos (PAPs), de acuerdo con el listado de la Red de Acción de Plaguicidas, y significaron aproximadamente 69.92 toneladas de ingrediente activo al año.

Se estima que esa cantidad se ha incrementado con el paso de los años, según el estudio Plaguicidas altamente peligrosos utilizados en el Valle de Culiacán, Sinaloa, de los investigadores José Belisario Leyva Morales, Irma E. Martínez Rodríguez, Pedro de Jesús Bastidas-Bastidas y Miguel Betancourt Lozano.

El uso de plaguicidas es generalizado en el estado de Sinaloa, de tal forma que en el Valle de Culiacán se aplican endosulfán, imidacloprid, abamectina, zineb, mancozeb, metomilo y clorotalonil, los que también se emplean en la zona agrícola ubicada al sur de la entidad.

En el norte del estado (Distrito de Riego 063), se han reportado algunos PAPs como metamidofos, zeta-cipermetrina, abamectina, lambda cyalotrina, clorpirifos etil y pymetrozine, coincidentes con los utilizados en el Valle de Culiacán, y dos más diferentes como benomilo y atrazina, posiblemente utilizados en maíz, que es el cultivo predominante en la zona norte.

En Valle del Carrizo, otra zona del norte del estado, se registró durante 1997-1998 el uso de deltametrina, endosulfán, fluazifop-p-butyl, metomilo, clorpirifos etil, paratión metílico, dimetoato, carbarilo, cipermetrina y metamidofos, coincidiendo todos con los identificados en el Valle de Culiacán.

Es sin embargo el Valle de Culiacán el de mayor importancia económica y se le considera el motor del crecimiento en la región del noroeste mexicano, por su agricultura altamente tecnificada en una superficie de 217 mil 461 hectáreas de riego y 115 mil 653 hectáreas de temporal, con una producción de alrededor de 800 mil toneladas de hortalizas para exportación, así como de granos.

Según el estudio publicado en el libro Los Plaguicidas Altamente Peligrosos en México, coordinado por Fernando Bejarano, de la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México (Rapam), el Valle de Culiacán lo integran ocho municipios con una población de 1 millón 253 mil 770 personas en el año 2010.

El área agrícola del Valle de Culiacán comprende los municipios de Salvador Alvarado, con una población de 79 mil 085 habitantes, Angostura donde habitan 44 mil 993 pobladores, Mocorito con 45,847 personas, Badiraguato conformado por 29 mil 999 habitantes, Navolato con 135 mil 603 habitantes, Culiacán con 858 mil 639 pobladores, Elota con 42 mil 907 habitantes y Cosalá habitada por 16 mil 697 pobladores.

Para esta gente, un problema adicional a la aplicación de plaguicidas en los campos sinaloenses es el manejo inadecuado de los envases vacíos que muchas veces se tiran o se dejan abandonados en las mismas parcelas, inclusive en los ríos. En el Valle de Culiacán existe un centro de acopio de envases vacíos que cubre una superficie de 280 mil hectáreas y se estima que recibe el 66 por ciento de los envases desocupados en la zona, se establece en la investigación.

La compilación de trabajos, publicada en 2017, precisa que los plaguicidas son un concepto genérico que incluye a las sustancias tóxicas que se denominan insecticidas cuando se busca controlar insectos, fungicidas cuando se trata de hongos, o herbicidas en el caso de plantas indeseables, entre los usos más generalizados.

Sobre el contenido y cobertura, señala: “En este informe nos referimos a los plaguicidas de síntesis química que debido a sus características particulares de peligrosidad pueden provocar daños a la salud y el medio ambiente, a corto o largo plazo, por lo que algunos forman parte de convenios ambientales internacionales y un gran número de ellos están prohibidos en otros países, aunque se autorizan en México”.

Los autores de la investigación sobre los plaguicidas en el Valle de Culiacán recomiendan establecer estrategias orientadas a sustituir este tipo de compuestos, por alternativas de control de plagas menos dañinas tanto al ambiente como a la salud humana.

*Codirector Periodismo para Elevar la Conciencia Ecológica