Por Irvin Uriel Aguilar Chávez*

En los alrededores de la comunidad de Chacalilla, ubicada al norte del Puerto de San Blas, se queman y talan zonas de vegetación solamente para encontrar piezas arqueológicas y venderlas al extranjero sin evaluación profesional del valor histórico.

Toda esta quema, tala y excavación se realiza ilegalmente, en su mayoría en un radio de 10 kilómetros al oeste de la comunidad de Chacalilla. La práctica ya se extiende a otras comunidades aledañas, como Las Palmas y Las Coloradas, donde también aprovechan estas piezas, aunque todavía a escala menor.

“En los últimos 15 años, donde sea que escarbaban, encontraban éstas piezas”, testifica un trabajador cercano a Chacalilla. “Ahora, como ya todas las partes han sido escarbadas, los habitantes van al exterior, quemando y escarbando para encontrar éstas piezas solo para venderlas a los americanos”, observa.

La ley contempla a éstas acciones como un despilfarro de la herencia mexicana, no sólo por ser contrabando de artesanías con valor antropológico, sino también por su impacto destructivo al acervo de la historia natural, llamase flora y fauna silvestre.

Los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Universidad de California realizaron estudios en el período de 1960 a 1975, revelando que Chacalilla era un lugar de descanso para los mexicas que salían de la Isla de Mexcaltitán -- en las cercanías del litoral nayarita -- hacia la Gran Tenochtitlán, ubicada en lo que hoy es el estado de México. Descubrieron que en Chacalilla se crearon centros ceremoniales con grandes monumentos
dedicados a sus dioses, en donde dejaron miles y miles de artesanías.

Con el paso del tiempo fueron encontrados por la gente de Chacalilla que se dedica a la agricultura. Al momento de arar las tierras, hallaron piezas o artesanías arqueológicas de una característica que solamente lo mexicano puede tener.

Ya que es mundialmente sabido que en Chacalilla se pueden encontrar muchas vasijas y otras piezas arqueológicas de gran

antigüedad, la gente viene a esta comunidad en plan de turismo, cuando en realidad su fin es comprar estos tesoros.

Esto ocasiona que muchas personas vayan hacia el monte en busca de las preciadas piezas y lo que hacen es quemar y talar todo lo que se encuentra a su alrededor sin importar las consecuencias.

“A mi rancho llegan los mismos turistas americanos nomás para llevarse vasijas que muchos de aquí les venden” revela un estudiante de Chacalilla.

Las familias de bajos recursos pueden cobrar unos escasos 10 o 15 pesos por pieza en el esfuerzo para mantenerse.

La dinámica significa una pérdida de la materia prima para el conocimiento de las raíces mexicas, además de que la ley obliga a resguardar los objetos descubiertos como patrimonio de la nación.

Por si fuera poco, se reduce la biodiversidad de la que México destaca al nivel internacional. Todos los efectos de la quema y la tala ilegal los sufren los pocos ejemplares que quedan de las especies en peligro de extinción, ya que estas actividades acaban con sus lugares de hábitat y reproducción.

Los que se refugian en el municipio de San Blas todavía incluyen ni más ni menos que el jaguar, los gatos salvajes, el mapache, los cocodrilos, y una variedad de aves.

*Alumno, Centro de Estudios Tecnológicos del Mar (CETMar) No. 26
Boletín Ciudadano Sobre el Desarrollo Sustentable del Noroeste Mexicano
San Blas
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San BlasChacalilla, municipio de San Blas, Nayarit, es conocido a nivel mundial por ser un sitio donde se han encontrado cientos de piezas arqueológicas. (Foto: Googlearth)
Destruyen mucho
por poco dinero
El lirio acuático
Reto cada vez mayor, según moradores
de los humedales nayaritas

Por  Irvin Uriel Aguilar Chávez*

El Puerto de San Blas, ubicado en el estado de Nayarit, es famoso por su clima agradable y sus playas limpias. Lo que muchos ignoran es que no siempre están así.

Cada año, cuando llega semana santa, los habitantes se ponen a limpiar sus casas, calles y lugares públicos, para que las playas de San Blas luzcan bien para los turistas.

Pero cada año cuando llega la temporada de lluvias, las playas se ensucian de cantidades mayores de lirio acuático.

Inclusive, comentan los residentes, este año 2010 los restos de esta flora de agua dulce que vino a dar a las playas se ha excedido. “En años anteriores la basura ha sido menor a la actual”, comentó un vecino.

El lirio llega a las playas desde las lagunas de agua dulce en los humedales de la costa nayarita que se desbordan de  sus cauces y van a dar  al mar en temporadas de lluvia. Pero no es sólo eso.

Las lagunas son importantes para un balance sano en el estado natural del ecosistema y proveen muchos servicios ecológicos a la población, como es el agua para consumo de la gente. Pero cuando el agua se contamina, el crecimiento de lirio es desmedido.

Entonces, al extraer agua para el uso de una comunidad, los trabajadores cortan las plantas de lirio para abrir espacio y realizar su labor. Es hasta después, cuando caen las lluvias, que las lagunas crecen y se derraman, llevando consigo la maleza.

Tal es el caso del estero de San Cristóbal. La mayoría de las comunidades del  norte  del  Puerto  de  San  Blas,  como  La  Chiripa,

El lirio acuático se ha convertido en un desecho natural que está apareciendo en cantidades alarmantes. (Foto: Irvin Aguilar)

Chacalilla y Guadalupe Victoria, obtienen su agua de consumo de pequeños ríos y lagunas, los cuales se conectan al estero de San Cristóbal por pequeñas venas de agua salada o salobre.

El desborde de los cuerpos de agua hacia las venas del estero San Cristóbal lleva consigo el lirio acuático podado. Cruzando todo el estero,  el agua y la materia vegetal desembocan hasta el mar. Los rabos de lirio quedan varados en las principales playas de San Blas, entre las cuales se encuentran la Playa El Borrego y Las Islitas.

Ahí entre la maraña, se puede esconder o refugiar fauna peligrosa como cocodrilos y serpientes que no son originarios de la zona playera. Aunado a esa amenaza está el hecho de que se queda atrapada ahí la basura tirada por el hombre del litoral y la que proviene de altamar.

La situación perjudica la salud y la economía del puerto de tal manera que algunos se desesperan. Tan es así que se ha vuelto refrán, lo que ya comentan ramaderos y residentes: “Mi San Blas ya no es como el de antes, cada vez es peor”.

*Alumna del Centro Tecnológico de Estudios del Mar  (CETMar) No. 26