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Periodismo Para Elevar la Conciencia Ecológica
Boletín Ciudadano Sobre el Desarrollo Sustentable del Noroeste Mexicano
DIRECTORIO
Colaboradores en este número
Baja California
Talli Nauman
Baja California Sur
Miguel Ángel Torres
Eréndira Valle
Nayarit
Agustín del Castillo
Kent Paterson
Sinaloa
Miguel Ángel Torres
Sonora
Núria López Torres
Talli Nauman
Raquel Padilla Ramos
Miguel Ángel Torres
Griselda Franco Piedra
Consejo Editorial
Talli Nauman (San Ignacio, B.C.S.)
Debra Valov (Mulegé, B.C.S.)
Griselda Franco Piedra (Guaymas, Son.)
Miguel Ángel Torres (Aguascalientes, Ags.)
Hugo A. Rivas Sánchez (Hermosillo, Son.)
Asesores Vol. 8, No. 1
Fernando Bejarano
Dahl McLean
Reina Castro Longoria
Traducciones Vol. 8, No. 1
Debra Valov
Eleonora Aranda
Talli Nauman
Lis Maria Arévalo Hidalgo
G. Pacifica
Agradecimientos
Lasecomujeres.org
Conafor
National Geographic Society
Diseño
Debra Valov; Mulegé, B.C.S.
Contacto
meloncoyote [arroba] gmail.com
Melóncoyote es un producto de Periodismo para Elevar la Conciencia Ecológica (PECE), un proyecto independiente de comunicación fundado en 1994 con el apoyo de la Fundación MacArthur.
Los puntos de vista de los autores son responsabilidad propia.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos, ilustraciones y/o contenidos, citando a los autores y a la publicación.
El Alto Golfo de California se encuentra en un callejón aparentemente sin salida, y la única solución que hay es la más difícil de sortear: la cultura de la corrupción, heredada y mantenida por los gobiernos consecutivos desde que México logró su independencia. Muestra clara es el peligro, cada vez más grave, de la extinción de la vaquita marina (Phocoena sinus) por captura incidental en redes usadas en la pesca ilegal de la totoaba (Totoaba macdonaldi), ambas especies endémicas de la zona.
En el lapso desde el inicio de la publicación de Melóncoyote en 2009, hasta la fecha, hemos visto bajar las cifras de la población de la vaquita desde 100 hasta 30, siempre predicando la necesidad de un verdadero respaldo a la ley, junto con una política que ofrezca a las familias pescadoras del Alto Golfo una alternativa real de ingresos frente al colapso mundial de la industria de la pesca ocasionado por la sobreexplotación.
Hoy en día este cetáceo, el menor de todos, es el mamífero marino más raro del planeta y los científicos están llevados hasta la locura para buscar los ejemplares aún existentes y encerrarlos en cautiverio por cálculos que avisan de su extinción dentro de unos meses.
La pesca de la totoaba con redes de enmalle prohibidas desde junio se debe a su alta demanda en el mercado negro asiático en donde se vende la vejiga natatoria, el órgano de flotación también conocido como el buche, en miles de dólares. Sólo que la medida no ha apoyado a la recuperación de la vaquita, como tampoco ayudará la legalización de esta pesquería, como se ha propuesto.
En el año 2010, justo en el boom del tráfico de buche de la totoaba, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, inició un estudio del pez, que tenía, entre otros objetivos, estimar su población con miras a tener evidencia científica sobre su abundancia y composición poblacional, lo cual ayudaría a iniciar el proceso de recategorización en las normas de especies en riesgo.
Cuando presentaron sus conclusiones en el año 2013, no llegaron a una respuesta definitiva. Dijeron que, si bien muestra características de una población saludable, también señala signos de una población vulnerable. Recomendaron extender el estudio.
Ahora, sin más, el gobierno promete la legalización de la pesca de totoaba para los primeros meses del 2018, proporcionando falsas esperanzas a las familias pescadoras, que de por sí andan en apuros ante el declive de la economía.
Asiste la razón a organizaciones múltiples de conservación sobre la imposibilidad de la comercialización legal de la vejiga natatoria, porque la venta de la totoaba, sus partes y derivados está prohibida internacionalmente, por su enlistado en el Apéndice I de la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), del cual México forma parte.
El apéndice I autoriza el comercio solamente bajo circunstancias excepcionales para estos especímenes. Luego, ninguna circunstancia puede justificarse mientras la corrupción de los encargados de vigilancia sigue viento en popa.
El Programa de Atención Integral al Alto Golfo, que se aplica en los mares del Alto Golfo en sus porciones de Baja California y Sonora, es un rotundo fracaso. Este programa está a cargo del grupo denominado Coordinación Operativa Interinstitucional, integrado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, la Comisión Nacional de la Pesca, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Policía Federal Preventiva, la Secretaria de Marina y otras dependencias. Estas son quienes acuerdan acciones de inspección y vigilancia.
No es secreto que los operativos se realizan los días en que no hay pesca ilegal o en los lugares en los que no están los bancos de peces objetivo de los bucheros, o pescadores ilegales. Otras veces, las instituciones alegan que no pueden salir a vigilar porque "no tienen gasolina". ¿Será cierto? Si no tienen gasolina, ¿por qué un programa de esta magnitud cuenta con todo: embarcaciones de primera, personal...menos gasolina?
En 2016, organizaciones internacionales presentaron un programa dedicado a colectar las llamadas "redes fantasmas", esto es, detectar y extraer redes que los bucheros ocultan, suspendidas por boyas (flotadores) en medio del mar, para seguir con su actividad en embarcaciones menores que salen de distintas partes del litoral "sin ser detectadas" según dicen las autoridades. Lograron extraer más de 260 redes. Alrededor del 70 por ciento era para pesca de totoaba y en buenas condiciones.
En pocas palabras, si no se logra hacer un programa de vigilancia que evite verdaderamente la pesca ilegal en el Alto Golfo, la totoaba, legalizada o no, seguirá siendo pescada de manera irracional, y es otra especie que tenderá a desaparecer, igual que la vaquita marina.
Les invitamos a leer y compartir los detalles del tema, así como de otros asuntos de sustentabilidad y resiliencia en el noroeste mexicano, aquí en su boletín Melóncoyote, con la seguridad de que es una herramienta para instar a la participación en el periodismo ciudadano y la toma de decisiones en la tierra de la calabacilla (Cucurbita palmata) que nos da el nombre de la publicación.
Al arrancar el primer proyecto de periodismo ciudadano de la región de El Golfo de California, en 2005, nuestro equipo escogió el nombre de Melóncoyote porque es una especie emblemática de las tierras en que desempeñamos nuestra misión.
El melóncoyote (Cucurbita palmata, C. cordata, C. digitata o C. foetidissima), también conocida como calabacilla, es una planta silvestre, perenne, resistente, versátil, bella, útil y nativa de los suelos arenosos que caracterizan la región de El Golfo de California. Se encuentra en siete estados y dos países: Baja California Sur, Baja California, Sonora, Sinaloa y Nayarit, en México; y California y Arizona en los Estados Unidos.
Los y las lugareños indígenas y campesinos que portan la sabiduría tradicional nos dicen que en su uso como medicina es amarga pero efectiva; como instrumento musical, sirve de sonaja; como alimento, sus semillas proveen de harina y aceite con alta cantidad de proteína; y su cáscara es ideal para guardar “tiliches”. Es parte integral de la cadena alimenticia, ya que toma su nombre del hecho de que los coyotes la comen, y también nutre a la jabalina y el puerco espín. Tiene una raíz inmensa que le garantiza la sobrevivencia contra el mal tiempo, mientras sus largas enredaderas sirven de anclas para la tierra en áreas frágiles.
El equipo hizo énfasis en su intención de crear un medio de comunicación masiva, capaz de difundir los esfuerzos para el desarrollo sustentable a nivel regional, al escoger el nombre de Melóncoyote, porque se encuentra la especie en toda la zona. Con ella como nombre y logotipo, damos una clara señal, además, de nuestro respeto para los detalles del territorio y los mares, así como las culturas ancestrales y las costumbres de la región.
Vemos el establecimiento de este medio de capacitación y difusión como algo urgente dada la idiosincrasia de la región. Nos concebimos como un elemento del entorno, positivo como es el melóncoyote, ante los retos del crecimiento de la región: su densidad poblacional baja, reciente incorporación política a la estructura nacional gubernamental, alta atracción natural, y proximidad al sector fuerte de inversión estadounidense. Entendemos que todo esto implica fuertes presiones de desarrollo que requieren de habitantes informados, con la posibilidad de participar en las decisiones que afectan su tierra, agua, aire, tesoro de biodiversidad y futuro. Invitamos a otros ciudadanos a unirse con nosotros a participar en la construcción de este medio y por un futuro estable para la región.
Los antecedentes del proyecto datan de 1994, cuando se formó Periodismo para Elevar la Conciencia Ecológica, PECE, un primer intento de su tipo, que después participó en la fundación en 2004, de la organización nacional gremial de la Red Mexicana de Periodistas Ambientales.
Todo el trabajo del Melóncoyote es voluntario.